jueves, agosto 28, 2008


Escalera real al as (envite para salir de aquí).

Sombras, Silencios Y Otras Prisiones.

Anoche soñé con un barco en forma de ataúd. Curiosamente, navegabámos sobre un oleaje amarillo, de trigo reseco, cuyo roce contra el casco me hacía rechinar los dientes. Los marineros, de pelo largo, cuchicheaban entre sí señalando disimuladamente mis pies desnudos que palpitaban como si en ellos tuviese alojado el corazón. No supe, en el momento, cómo había podido escapar de la infecta isla. Lo que si supe es que, a partir de ese momento, seguiría soñando con el mar.

domingo, agosto 24, 2008
























El desayuno de Kafka.
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Vals Del Adiós (Federico Chopin).

Otro domingo vagabundeando con el hatillo al hombro colgado de una rama de avellano. Y esta sensación permamente de haberla cagado en todo lo que hago que no me abandona. A pesar de repetirme: ¡Ya queda menos para... Dios sabe qué! Ignoro si alguien le ha dicho adiós a mi espalda, a lo lejos, puesto que mi orgullo incurable nunca vuelve la cabeza. Al norte, tras la cortina de barro, se oye el rumor de una profunda percusión como de marcha fúnebre. No puedo mirar. Las cuencas de mis ojos están vacías. ¡Ahora sí que la hemos cagado, amiga mía!

domingo, agosto 17, 2008


















El enigma del bodegón de Sánchez Cotán.
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Balas De Plata.

Domingo por la noche. Imagino descargas de fusilería directas al corazón del eclipse de luna. Eso fue ayer. Hoy sigo pensando en lo mismo: Eliminar a todos cuantos la luna protege.

jueves, agosto 07, 2008
























Refugio antipersonas (tan eficaz como las minas y menos ruidoso).
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Borrando El Camino.

Cualquier día de estos asomo la cabeza y vuelvo a respirar aire. Lo único que sé es que el aislamiento me alivia el dolor de cabeza y los arañazos del alma. Para las feas cicatrices... siempre hay maquillaje de teatro.

lunes, agosto 04, 2008

















In memoriam.
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Preparando El Otoño.

Es para lo único que considero útil este verano pintado de pieles desnudas y desvergonzadas. Me volveré a refugiar entre el olvido y la línea, entre el viento de olor a castaño y el cielo de placa gris que tiene regusto a óxido bajo mi lengua. No estaré mucho más de lo que estoy ahora. Simplemente: estaré a resguardo, de nuevo.