¡Enhorabuena!... La has pifiado.

De Holandeses Errantes.

¿Y qué hacer cuando se pierde la batalla?... El mar está sembrado de trozos de madera, como un rompecabezas en movimiento. Ya no tengo donde volver. Tampoco tengo claro si quiero volver. Sólo sé que me miras y piensas, pero no te atreves a decir nada. Me envuelven las risas insoportables de las gaviotas. En el cuaderno de navegación escribo: Todo por nada es nada, dos por uno es dos. Creo estar en una latitud conocida, pero con una longitud desconocida. O mejor: ya no creo en nada. Noto como me sigues con el rabillo del ojo. Es domingo por la noche. El peor tiempo de todos los posibles. ¿Y mañana?... Mañana no me acordaré de lo que había bebido, si es que había bebido. A lo mejor es que el fondo de mi oído me atormenta. Y ahora me llega, con el viento, el olor a quemado de ayer. Me quedan dos litros de petróleo, media docena de clavos y una palanca oxidada, mis únicos tesoros. Y a pesar de que no tiene sentido, para ti, lo que digo; sigues ahí, haciendo cábalas y leyéndome...

Credo quia absurdum

En Presencia De Los Agujeros Negros.

Un tonto que se trae el perro al trabajo. Proveedores de droga de los políticos cerrando el trato. Un albañil desesperado lanzando ladrillos a unos seminaristas. Una irlandesa levitando en el aseo, mientras se atraviesa con la nariz con una aguja enhebrada con seda dental. En vez de billetes, nos dan flotadores en el metro. Una anciana rematando, con un revólver, la luz roja de un semáforo. Y la turbia luna llena de esta noche, por la ventana, rigiendo a las más turbias malnacidas bajo el signo de Cáncer. A lo lejos se escuchan los aullidos de Aníbal Barca, jurándole odio eterno a los romanos....

Introito.

Dolce Far Niente.

En estos últimos años he ido aligerando mi equipaje. Hasta he prescindido de cuatro de los cinco pecados capitales que han sido mis compañeros de periplo. Sólo me reservo el que menos estorba, aquél que me acompañará hasta la puerta final. Que nadie me robe mi querida pereza.

Telediario de sobremesa.

Suma Y Sigue.

Para seguir en su línea, los tíos siguen matando a sus mujeres: ¿qué clase de mierda tienen los hombres actuales en la cabeza?

Fobias.

¿Y Ahora Qué?

La navaja de Ockham es un criterio que debería de aplicar el estado del bienestar. Los estados se preocupan de que no fumemos, de que no podamos portar armas de fuego para defendernos o atacar (¡gracias al cielo!), de multarnos si no hacemos la declaración de la renta, y cosas similares. Se ocupan también de darnos la brasa con lo de que los recursos se agotan, y cada vez nos hacen pagar más por ellos. El estado benefactor es incapaz de controlar el desempleo, la inflación, la subida del euribor, la falta de plazas escolares y hospitalarias, el precio del petróleo… Pero no se paran a pensar que eso es sólo un efecto: Es la consecuencia de permitir que la gente se reproduzca sin control (cada vez consumimos más y producimos menos). Pasamos exámenes para todo: en el colegio, para trabajar, para conducir, hasta para hacer “castings” absurdos en la “telebasura” o ser funcionario. Sin embargo, a cualquier irresponsable o imbécil se le permite traer (por supuesto, sin examen alguno) hijos al mundo (y encima les pagan por ello, con nuestros impuestos). En esta era de los “eslóganes” y crisis y recesiones, deberíamos de pensar en algo así: “Además de apretarte el cinturón, te la habrás buscado si no usas el condón”.

Pausas y descansos.

Saldo Y Finiquito.

Ya he terminado. Y supongo que este vacío del fin, es el comienzo de lo nuevo. Me planteo, para alejarme de mí, el hacer un viaje... no sé, quizá siete u ocho mil kilómetros. Tal vez sea lo que más se ajuste a mi idea del olvido.